De críticas leales y ataques falaces

La decisión de Donald Trump de dar por cumplida la misión de sus tropas desplegadas en Siria para combatir al ISIS y ordenar su retirada ha despertado muchas críticas. Y no solo de los medios que atacan todo lo que hace Trump, incluido lo que aplaudían cuando lo hacía su antecesor. Su presencia militar actual en Siria es pequeña, con 1.800 hombres, pero muy importante para todos los implicados, amigos, enemigos o quienes pueden ser ambas cosas. Porque son la más eficaz barrera psicológica inhibidora para las demás fuerzas sobre el terreno.

Los genuinamente alarmados por esta retirada no son los políticos y medios que en Washington descubren ahora que Irán es una amenaza que obliga a estar en Siria. Tampoco los gobiernos o prensa europeos que siempre descalifican al presidente Trump. Atacaron las medidas de Trump contra Irán como todo lo que hace para corregir el desastroso balance de Barack Obama para los intereses de EEUU. Fue este quien, con su indecisión y dontancredismo abrió la puerta a Putin en Siria como en Crimea.

Hay criticas honradas. Por ejemplo la de los militares, a su cabeza el hasta ahora jefe del Pentágono, Jim Mattis, que lo creen un error porque lanza un mensaje de abandono a fuerzas y países aliados, desde los kurdos a los aliados clave como Israel y Arabia Saudí. La diferencia de opiniones es genuina. Y ya se verá quine se equivoca. De momento manda quien manda y con Mattis el conflicto se ha dirimido con gallardía y lealtad. Trump no se va de Siria como Obama de Irak en 2011, por razones electorales. Supuso una catástrofe para Irak y la región. Trump se retira de Siria, en virtud de su promesa de que EEUU dejará de “hacer el primo”, como el “primo de zumosol” de todos los conflictos mundiales. Como en la guerra comercial con China, en su política militar exterior Trump tiene objetivos ambiciosos que cambiarán la forma de ver el mundo de todos. Europeos y otros aliados habrán de pagar facturas y asumir despliegues propios. Dicen que Trump se aísla. Puede decirse que es al contrario, que quiere que EEUU no esté siempre solo en asumir, resolver y pagar conflictos.