Como cada mañana, el zoológico nacional abrió ayer sus puertas a las ocho de la mañana, y ya había unas 200 personas esperando a la puerta. En menos de una hora se había formado una cola para entrar a visitar el edificio donde dormitaban los tres pandas gigantes, Tian Tian, Mei Xiang y Bei Bei.
La razón de tanta multitud es que el Instituto Smithsoniano, que gestiona 19 museos y el zoológico de la capital, ha anunciado que tras el 1 de enero ya no tendrá fondos para mantener las puertas de estos abiertas. Los turistas, por lo tanto, se apresuran en hacer todas las visitas pendientes.
En apenas dos días cerrarán el museo espacial, la galería con los retratos de todos los presidentes, la pista de patinaje sobre hielo y todos los demás lugares de interés público. «Hemos decidido venir hoy porque hemos oído que van a estar cerrados durante bastante tiempo», decía ayer a la puerta del zoo Wendy Wilson, ama de casa de 48 años de Virginia, con dos de sus hijos de la mano.
Sin sueldo o aplazados
Washington es una ciudad de funcionarios. Una buena parte de los 800.000 que desde hace 10 días han dejado de percibir salarios vive aquí. Hace dos años vieron llegar a Trump con la amenaza de «desecar el pantano». La capital fue construida sobre un humedal y una de las promesas de Trump en su campaña electoral fue diezmar al sector público y reducir drásticamente sus empleados. Qué mejor forma que dejar de pagarles.
La mitad de esos trabajadores han sido enviados a casa y no recibirán sueldo, ni ahora ni de forma aplazada. El resto -controladores aéreos, agentes de fronteras, guardacostas- trabajan sin salario, pero percibirán las mensualidades atrasadas cuando reabra el Gobierno.
Estos funcionarios tienen que pagar alquileres, hipotecas, deudas y gastos generales. La agencia de personal del Gobierno les ha mandado a todos una plantilla de cartas para enviar a sus deudores en la que se dice: «Soy un empleado federal que recientemente ha sido suspendido de trabajo debido a la falta de fondos de mi agencia. Debido a esto, mis ingresos han sido severamente reducidos y no puedo pagar el costo total de mis pagos mensuales».
«Es humillante», dice a ABC Steve, que ha sido suspendido de empleo y sueldo en el Departamento de Estado. «Trump ha dejado muchos puestos sin cubrir y ahora nos rescinde el suelo, ¿cómo vamos a subsistir?», añade este funcionario de 39 años que no revela su apellido por temor a represalias.
Este cierre ha provocado además otra anomalía en Washington: el presidente, a pesar de las fiestas, no ha ido a Florida y se ha quedado en la Casa Blanca. Desde allí les dio ayer otra mala noticia a sus funcionarios: en 2019 congelará sus salarios. No es una Navidad especialmente gozosa en la capital.