El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, viajó a Rimbo, al norte de Estocolmo, para informar del acuerdo sobre Hudeida por el que «las dos partes retirarán todas las tropas de la ciudad, que pasará bajo control de las fuerzas locales, y en su puerto la ONU desempeñará un rol de observación». Esta retirada debería producirse «en los próximos días», según el organismo internacional. El clima de alegría por este anuncio tan esperanzador como vago, duró hasta que llegó la primera reacción oficial a cargo del ministro de Exteriores yemení, Jaled Al Yamani, que calificó el pacto de «hipotético» y adelantó que no se implementará «hasta que se retire la otra parte».
Además de Hudeida, los bandos enfrentados, que desde el comienzo del proceso se sentaron cara a cara en la misma sala, también convinieron en facilitar la llegada de ayuda humanitaria a Taez, otra ciudad azotada por la violencia. Pese a lo complicado que se antoja la implementación de los acuerdos, Guterres declaró que “estamos siendo testigos del principio del fin de la crisis en Yemen».
Entrada de alimentos
El anuncio sobre Hudeida «nos brinda la esperanza de que el trabajo del Programa Mundial de Alimentos (PMA) en aras de alimentar a 12 millones de yemeníes hambrientos sea más fácil en las próximas semanas y meses», destacó el director general del PMA, Davis Beasley, quien recordó que este puerto «es clave para llevar suministros humanitarios y comerciales al país, dado que el Yemen importa casi todos los alimentos» y el 70 por ciento de ellos entra por este camino que los saudíes mantienen bloqueado porque sospecha que por aquí también envía Irán armas a los rebeldes.
Save The Children alertó en su último informe de septiembre sobre una «hambruna de magnitud sin precedentes» en el país y elevó a 5,2 millones el número de menores en riesgo serio de padecer hambruna. Esta cifra ha crecido de forma dramática en los últimos meses tras el inicio en junio de la ofensiva de la coalición que lidera Arabia Saudí contra Hudeida.