Hallan un carné de Putin de agente de la Stasi

Trasteando en los ficheros de la Stasi (Ministerium für Staatssicherheit), el Ministerio para la Seguridad del Estado de la desparecida República Democrática Alemana (RDA), ha sido hallado un carné que perteneció al actual presidente ruso, Vladímir Putin, cuando estuvo destinado en Dresde como agente del Comité de Seguridad del Estado de la Unión Soviética (KGB). Así lo anunció ayer el director del archivo de la Stasi, Konrad Felber.

El hallazgo, según Felber, fue casual mientras se buscaba, por solicitud de la prensa, información sobre los miembros de la Stasi en Dresde. «El nombre de Putin no figuraba en los registros de entrega de documentos» a militares o agentes soviéticos, aseguró. El carné indica que el órgano emisor fue la «administración del distrito» de Dresde y su fecha de validez era desde diciembre de 1985 hasta 1989. Felber explica que «eso no significa que trabajase para la Stasi».

Putin, que se licenció como jurista, estudió en la escuela de los servicios secretos y aprendió alemán, llegó a RDA como agente del KGB en 1985, el año cuando Mijaíl Gorbachov se convirtió en el líder de la URSS y comenzó el proceso de reformas conocido como la «perestroika» (reconstrucción).

La misión del joven agente, que entonces tenía 33 años, fue reclutar informadores para desenmascarar posibles conspiraciones y células disidentes. Por tanto, con el objetivo de facilitar sus movimientos dentro de la RDA, era lógico que la Stasi le dotase de un documento ante el que todo alemán oriental se cuadraba al verlo, si es que no salía corriendo. La Stasi, al igual que el KGB, organización de la que copia literalmente el nombre, actuaba fundamentalmente como policía política. De ahí las reacciones de odio que suscitaba.

El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, afirmó ayer que «en los tiempos de la Unión Soviética, el KGB y la Stasi eran organizaciones hermanas. Por ello es posible que sus miembros se intercambiaran documentos (…) para poder trabajar sin ser sometidos a un control exhaustivo».

Putin, que estando en la RDA alcanzó el grado de teniente coronel, fue testigo directo de cómo miles de manifestantes asaltaron la sede de la Stasi en Dresde el 5 de diciembre de 1989, durante los acontecimientos que acabaron con la caída del régimen comunista y propiciaron después la reunificación alemana.

En una entrevista que concedió a tres periodistas estrella en 2000 y que fue publicada en forma de libro bajo el título «En primera persona», Putin lamenta que, tras lo sucedido en la RDA, en Moscú le dejaron solo. Ni siquiera le cogían el teléfono cuando llamaba al cuartel general del KGB para recibir instrucciones.

«Todo nuestro trabajo resultó en vano. ¿Qué sentido tuvo escribir, reclutar y obtener información? En Moscú no se leían nuestros informes», contaba el ya presidente de Rusia hace 18 años. «¿Acaso no advertimos lo que podía suceder -en la RDA-, no aconsejamos qué se podía hacer? Pues no hubo reacción alguna», prosigue Putin. Según sus palabras, «años de nuestra vida se consumieron en vano, solamente para recibir un salario».

En esa misma publicación, Putin cuenta que regresó a Rusia en 1990 y se colocó en la Universidad de Leningrado (LGU). Después se puso a trabajar a las órdenes de Anatoli Sobchak, que llegaría a ser alcalde de San Petersburgo. Más adelante, cuando Sobchak perdió las elecciones, el futuro presidente recaló en la Administración del Kremlin. Llegó a jefe del Servicio Federal de Seguridad (FSB, la estructura que sustituyó al KGB), después fue nombrado primer ministro, presidente interino y, tras las elecciones de marzo de 2000, jefe del Estado, cargo que ha venido desempeñando con un único paréntesis entre 2008 y 2012. En esos cuatro años fue primer ministro mientras en el Kremlin estaba Dmitri Medvédev, pero era Putin quien mandaba realmente.