El Gobierno populista se percató además que la unanimidad mostrada por los miembros de la eurozona para exigir a Italia que cumpliera con las reglas sobre el déficit, llevaría a Bruselas a imponer una grave sanción económica. Para evitar la caída en ese precipicio, el pasado sábado el primer ministro, Giuseppe Conte, se entrevistó con el presidente de la Comisión europea, Jean Claude Juncker, expresándole su intención de revisar los presupuestos. Conte afirmó que una reducción del déficit en relación con PIB, desde el 2,4 % previsto en los presupuestos, al 2,2 % equivaldría a 3.000 millones de euros.
Ayer, el vicepresidente y ministro del Interior, Matteo Salvini, hombre fuerte del ejecutivo, confirmó la negociación con la UE para rebajar el déficit: «No estoy para pelear con nadie y mucho menos con los comisarios. Pedimos respeto. No nos aferramos a unos decimales», dijo Salvini.