La extraña máquina construida por un genio informático para robar a cientos de clientes de bancos

La tecnología también es un arma de doble filo. A lo largo de la historia, los avances técnicos de la época han podido emplearse para hacer el bien o, por el contrario, hacer el mal. El último ejemplo de esta disyuntiva es curioso. La Policía Metropolitana de Londres (Reino Unido) ha detenido a Tony Muldowney-Colston, un genio informático, que había inventado una máquina capaz de «copiar» las voces de las víctimas en un sofisticado fraude bancario telefónico que le ha permitido robar hasta 500.000 libras (557.000 euros).

Los agentes, según informan medios locales como «The Daily Telegraph», descubrieron este extraño dispositivo cuando entraron en el domicilio del delincuente. La máquina, bautizada como «Máquina de teléfono semiautomática del Banco de Ingeniería Social», permitió a Muldowney-Colston, de 53 años y apodado «King of Acid House», modificar su voz para fingir ser un cliente de diversas entidades bancarias. Para ello, era capaz de adaptar varios tipos de edad o género.

El curioso aparato, empleado para estafar a decenas de personas, también reproducía mensajes bancarios pregrabados en un intento por engañar a las víctimas que mostraban, entonces, confianza con su interlocutor para intentar hacerse con información sensible.

Los agentes incautaron un disco duro de un ordenador en donde aparecían detalles de pasaportes, documentos de identidad, así como 32 tarjetas de crédito y una hoja de cálculo con nombres, direcciones, correos electrónicos y números de teléfonos de clientes bancarios. Muldowney-Colston, quien se considera «anarcocapitalista», se declaró culpable de 11 cargos.

Muldowney-Colston construyó su dispositivo casero a partir de un sintetizador de música mientras planeaba cometer un ciberrobo en un banco por valor de 1.25 millón de libras (1.394.556 euros). No es el primer crimen cometido por el delincuente. En 2014 salió de la cárcel después de pasar cinco años y medio por liderar un grupo de ciberdelincuentes que habían instalado un dispositivo de alta tecnología en un banco para vaciar cuentas de clientes.