las concesiones hechas por Emmanuel Macron, que también se queda «corto» a juicio de la patronal francesa.
Tras una laboriosa concertación sin frutos con la oposición parlamentaria, Édouard Philippe, primer ministro, presentó en un tono frío y altisonante las «concesiones» propuestas por el presidente de la República: moratoria de nuevas tasas e impuestos sobre los carburantes, congelación temporal del precio del gas y la electricidad, «gran negociación nacional» sobre el futuro de la fiscalidad nacional…
Tras conocerse las propuestas, la mañana del martes, un rosario de portavoces de la «nueva generación» de chalecos amarillos comenzaron a denunciar una «tomadura de pelo».
La primera «generación» de chalecos amarillos, hace tres semanas, estaba integrada mayoritariamente por hombres y mujeres de «cierta edad», sin organización, sin portavoces, sin programa concreto, más allá de su oposición contra la subida anunciada del precio de los carburantes y el incremento del coste de la vida.
Tras dos batallas campales, en los Campos Elíseos y el Arco del Triunfo, esa primera «generación» está siendo sustituida por un rosario de portavoces oficiosos de un movimiento «plural», «diverso» y sin organización, sin programa ni dirigentes conocidos, pero con un lenguaje muy duro que roza la brutalidad, para convocar una nueva jornada de cortes, bloqueos y manifestaciones, el sábado que viene.
Desde Toulouse, Benjamin Cauch
y (38 años), comentó antes varias cadenas de radio y televisión las concesiones gubernamentales: «Hace unas semanas, esas proposiciones hubiesen tenido algún efecto. Ahora, Macron ha dejado proliferar la cólera y nadie se fía. El movimiento seguirá».
Desde Montmagny, Danielle Legallais (68 años), empleada de una alcaldía de 14.000 habitantes, comenta a un periódico regional: «Me he pasado mi vida haciendo exámenes para conservar mi puesto. Al final, no he conseguido gran cosa. Las clases medias somos las primeras víctimas».
Desde Melun, Eric Drouet (45 años), camionero, teme que la crisis pueda agravarse: «El gesto de Macron no convence. Es necesario anunciar medidas concretas e importantes, visibles, tangibles, ya, como la restauración del impuesto sobre las grandes fortunas».
De Lille (norte) a Montpellier (sur), de Estrasburgo (este) a Brest (oeste), una espesa nube de chalecos amarillos, multiplican sus acciones, no siempre minúsculas, anunciando que «el movimiento crece».
Jóvenes radicales
Inquieto y en el corazón de la crisis que amenaza la seguridad nacional, el ministro del Interior, Christhope Castaner, ha pedido a los chalecos amarillos de provincias que no participen en una nueva manifestación en los Campos Elíseos, el sábado. A la espera de acontecimientos, no parece razonable esperar que tal «petición» tenga mucho eco, cuando el movimiento de los chalecos amarillos es hoy mucho más joven y radical que hace tres semanas, y corre el riesgo de extenderse a otros sectores: los sindicatos tradicionales amenazan con manifestaciones de protesta, los sindicatos de explotaciones agrícolas preparan su propio movimiento, los estudiantes rechazan medias de reforma de la enseñanza media, con manifestaciones callejeras.
Escudándose en su primer ministro, Édouard Philippe, Emmanuel Macron se ha refugiado en el silencio. Ayer martes, recibió en el Elíseo a un chaleco amarillo que había estado en huelga de hambre. Horas más tarde, se desplazó hasta Puy-en-Velay, a unos cuatrocientos kilómetros, una ciudad emblemática de la Francia católica, cuya prefectura fue incendiada el sábado pasado. Macron ha anulado un viaje de Estado que debía realizar a Serbia, este jueves, para seguir personalmente la crisis.
En nombre de la patronal, Geoffroy Roux, presidente del MEDEF (Movimiento de las empresas de Francia) sugirió ayer martes medidas mucho más ambiciosas: subida del salario mínimo, acompañada de baja de las cotizaciones; baja generalizada de los impuestos a los particulares y las empresas; suspensión indefinida de los impuestos sobre los carburantes… Las concesiones de Macron están bastante lejos de tales sugerencias de la patronal.