Un proyecto de Nvidia, multinacional de componentes informáticos y desarrolladora de tarjetas gráficas para ordenadores, ha logrado crear rostros sintéticos y artificiales cuyo realismo es tal que podría confundirse con una persona real. Mediante una red generativa antagónica (Generativa Adversarial Networks, en inglés), los ingenieros han conseguido que el sistema pueda «inventar» caras humanas a partir de una base de datos de rostros de personas, por lo que por el momento no se puede generar desde cero. Pero su resultado sorprende y asusta.
El software, que dispone de modelos de «aprendizaje automático», va interpretando capas de contenido para «moldear los detalles» a medida que se van calibrando los resultados, informan los investigadores. El proceso, que se realiza de manera automática, parece simple: en lugar de intentar copiar y pegar elementos de diferentes caras en un personaje inventado, el sistema analiza tres estilos básicos (grueso, medio y fino), elimina detalles innecesarios o secundarios para potenciar rasgos principales al tiempo que los combina para crear algo completamente nuevo.
Así, los estilos gruesos incluyen parámetros como la postura, la forma de la cara o el peinado. Los intermedios incluyen rasgos faciales como la forma de la nariz, las mejillas o la boca. Finalmente, los estilos finos afectan el color de las características de la cara como la piel y el cabello. Según los científicos, el software también es «capaz de separar la variación intrascendente de los atributos de alto nivel» para eliminar el ruido que es irrelevante para la nueva cara sintética.
Un logro que rompe los cánones de la clásica hipótesis conocida como «Valle Inquietante», que define que cuando las réplicas antropomórficas se acercan en exceso a la apariencia de un ser humano real causan una respuesta de rechazo. El sistema no solo puede crear rostros humanos de manera automática sino que también puede hacer lo propio con animales como los gatos. Incluso puede crear coches y diseños de viviendas. Un avance técnico que anticipa la llegada en un futuro de videojuegos aún más realistas, aunque existe en miedo de que, bien explotado, pueda servir de herramienta para el engaño.