Por: Héctor E. Contreras.
Éxodo 14:15-16.
La independencia de los pueblos se distingue de la autonomía, porque ésta, la autonomía, es el régimen descentralizado de un poder. Por más de 430 años, el pueblo de Israel estuvo cautivo en Egipto. Cumplido este tiempo, Dios dispuso su salida con poder hacia la libertad y a su tierra de origen. Toda independencia conlleva un costo muy alto, siendo este costo económico, social y político y por último, la pérdida de muchas vidas que nunca podrán recuperarse. De tan solo 70 personas que antes habían llegado a Egipto años anteriores, ahora salen de allí 600,000 hombres sin contar a las mujeres y los niños. La liberación de los pueblos puede detenerse por varios años. Al final, cuando éstos cuentan con líderes que sean guiados a dirigir la libertad de éstos. La persistencia, confianza y valor para luchar por una causa, son los elementos necesarios para alcanzar esta meta. Lo más importante de la libertad del pueblo de Dios, es que la misma estaba guiada por el mismo Dios; su Dios y Libertador. Dice al final de Éxodo 14:8, lo siguiente: “pero los hijos de Israel habían salido con mano poderosa”. ¡Aleluya!
“Y cuando Faraón se hubo acercado, los hijos de Israel alzaron sus ojos, y he aquí que los egipcios venían tras ellos; por lo que los hijos de Israel temieron en gran manera, y clamaron a Jehová. Y dijeron a Moisés: ¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué has hecho así con nosotros, que nos has sacado de Egipto?”, Éxodo 14:10-11. Según la declaración de estos versos, el pueblo teme al Faraón, por tal razón clama a Dios y más adelante grita de inconformidad contra su líder, Moisés. Aunque estuvo cautivo por más de 400 años, no entendía la magnitud de su liberación. La inconformidad nos llega a todos en algún momento de nuestras vidas. Tres opciones tenía el pueblo para escoger: 1-) Rendirse, 2-) Combatir contra los que les perseguían y 3-) Confiar en Dios. Delante de ellos, el mar, el Faraón y sus caballos, detrás, estando el pueblo aconstumbrado a la esclavitud. En medio del temor, se levanta el líder escogido por Dios y proclama estas palabras: “No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Dios hará con vosotros hoy; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis. Dios peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos”, Éxodo 14:12-14. ¡Aleluya! ¡Gloria a Dios! Cruzar un desierto es una verdadera odisea; en éste se encuentran serpientes venenosas y escorpiones con las mismas características. Vientos fuertes durante el día, acompañados de un mar de arena infernal, un calor sofocante y agotador; no hay agua, no existe un árbol donde cobijarse en su sombra, además de un sol ardiente y agotador. Durante la noche, un frío abrazador, que llega hasta los tuétanos; en lo humano, es casi imposible salir airoso en esta travesía. Sólo aferrado a Dios y su poder, es posible alcanzar tal victoria. Aunque con muchas dificultades, incluyendo sufrimientos, muertes y dolor; únicamente Dios nos puede conducir a una libertad gloriosa.
“Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduvieran de día y de noche”, Éxodo 13:21. Las nubes no sólo servían para guiar al pueblo, sino también para resguardarse del calcinante sol. Columnas de fuego durante la noche, con éstas recibían el calor para combatir el frío y al mismo tiempo para alejar alimañas que pudieran encontrar en su trayectoria hacia la libertad. Hoy, nuestro Dios va delante de todos nosotros para guiarnos hasta llegar a lo que Él, en su gran amor y misericordia nos ha prometido. ¡Dios es Bueno! ¡Dios es fiel! ¡Bendito y alabado sea su nombre! ¡Aleluya! Te invito a no desmayar, sino continuar siempre hacia adelante, porque contigo está el brazo poderoso de nuestro Dios y Señor.
“Entonces Jehová dijo a Moisés: ¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen. Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar, en seco”, Éxodo 14:15-16. Después de las palabras alentadoras del líder que dirigía al pueblo, da a entender que Moisés rogó a Dios en secreto, porque no se declara en estos pasajes cuándo él clamó a su Señor, él mismo desconocía el significado de la vara que siempre portaba consigo.
Hasta que el mismo Dios no le ordenó levantar la vara hacia el mar, aún aquel líder desconocía el poder del Dios a quien servía. ¡Alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar! ¿Cuál es la enseñanza de estos versos? Veamos lo que nuestro Dios me declara: ¿Cuáles son las palabras de Dios en cuanto a la vara? Dios no le dice a Moisés extiende la vara, Dios le ordena a levantar “tu vara”. ¡Maravilloso! Dios te ha dotado de poder y autoridad para, no sólo abrir el mar por la fe en Jesucristo, no sólo para usarla para ufanarse de tí mismo, llenarte de orgullo, exhibirla en público dando a entender que estás revestido del poder de autoridad, no, amado del Señor. El poder y la autoridad que tú has recibido, es para bendición de los demás. Al otro lado del mar se encuentra tu libertad y Dios espera por tí y los que han confiado en Él. Cruzar el mar del mundo en que vivimos puede hacerse muy difícil. Recordemos todo cuánto llevaba el pueblo de Dios en su marcha hacia la libertad: Animales, carretas cargadas, además de sus propios hijos. Hoy, como ayer, existen obstáculos que vencer. Para el pueblo de Israel, no era solamente cruzar al otro lado, sino vencer todas la dificultades que encontraran en medio del mar dividido como dos paredes en cada lado. El Dios que condujo su pueblo hacia la libertad te dice: “Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es la palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”, Zacarías 4:6. Tú tienes el Espíritu Santo de Dios en tí y con su ayuda puedes vencer todas las barreras que puedas encontrar en el trayecto del recorrido de tu vida. ¡Dios es Bueno! Bendiciones, amados del Señor.