De hecho, el sector de los teléfonos inteligentes reacondicionados está experimentando un crecimiento notable el mercados emergentes. Incluso es un sector que está creciendo más rápido que el de los nuevos terminales, según un reciente estudio de Counterpoint: creció un 10% interanual en el segundo trimestre de 2018, mientras que el sector de los nuevos teléfonos disminuyó un 1% anual.
«Hemos detectado entre nuestros clientes que cada vez son más quienes invierten en reparar un móvil para después regalarlo y esta acción en Navidad crece», explica José Luis Lasa, CEO y cofundador de TABILI, servicio líder de reparación de móviles, tabletas y ordenadores a domicilio. «Es común -continua- que quienes más uso le dan a su ‘smartphone’ ante un fallo decidan comprar un nuevo aparato. Sin embargo, luego reparan el antiguo para regalarlo a algún familiar o amigo que lo utilice menos. Así es normal que los teléfonos pasen de padres a hijos adolescentes o de jóvenes a mayores».
Los móviles reacondicionados son una forma en la que muchos consumidores acceden a un modelo concreto de teléfono que nuevo no se podría permitir por sus altos precios, como sucede con los iPhones.
Esta tendencia ofrece, sin duda, varias ventajas: ayuda a luchar contra el impacto ecológico de los residuos tecnológicos, luchar contra la obsolescencia programada y minimiza el uso de los llamados «minerales de sangre» (los que se extraen en zonas de conflicto dominadas por los grupos guerrilleros), ya que 99% de los móviles que utilizamos llevan coltán en su interior, un compuesto de los minerales columbita (COL) y tantalita (TAN).
Coltán, el mineral «maldito»
«Hasta hace unos 5-10 años no era tan normal comprar móviles de segunda mano o preferir reparar antes de comprar. ¡Afortunadamente esto ha cambiado!», reconoce Lasa. «Hoy día, a los usuarios que tienen dispositivos de calidad, su reparación les compensa; una acción que también favorece al medio ambiente y al gran problema de la extracción del coltán», asegura.
El 95% de la contaminación de los «smartphones» se produce durante su proceso de fabricación, según un estudio de la Universidad McMaster de Canadá. «Si su vida media es de dos años, alargar la vida útil del teléfono un par de años más ayuda al planeta», recuerda Lasa, que apunta a que incluso los «smartphones» podrían tener una vida de hasta 12 años si se acabara de verdad con la obsolescencia programada.
Desde TABILI aseguran que hay reparaciones que son fáciles de hacer, dejan el teléfono perfecto para una nueva vida y evita dañar de más al medio ambiente. Entre las reparaciones más comunes están: la reparación de pantallas, la sustitución de baterías, el reemplazo de conectores, la reparación de cámaras y de componentes de audio como auriculares, altavoces, micrófonos y jacks.
Empresas como TABILI se han propuesto generar conciencia sobre la contaminación que los dispositivos electrónicos generan, incentivando a una cultura de reparación e reacondicionamiento contra la contaminación. Las baterías de los móviles, por ejemplo, son el componente que más contamina; según un estudio de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Físicas de la Universidad de Surrey: por cada batería de móvil se puede contaminar hasta 600.000 litros de agua.