Putin hablará con Bin Salman del caso Khashoggi en el G-20

Antes de que empiece la cumbre del G-20 en Buenos Aires (mañana viernes) el presidente Mauricio Macri tiene, si no un problema, un escenario bastante incómodo para él y el resto de los mandatarios de las principales potencias del planeta. El príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohammed bin Salman, primero en aterrizar en el aeropuerto internacional de Ezeiza, no es bien recibido por los argentinos, tampoco por los miembros de la cumbre (aunque no lo hacen público) y mucho menos por la organización Human Rights Watch que exige que le detengan por crímenes de lesa humanidad cometidos en «ataques aéreos indiscriminados y desproporcionados contra civiles» en Yemen además de por el asesinato del periodista Jamal Khashoggi.

La justicia argentina solicitó documentación que confirme si existe alguna orden de busca y captura internacional o denuncias en Arabia Saudí contra el personaje, posiblemente, más odiado en este momento en el planeta. El juez federal, Ariel Lijo, deberá resolver en las próximas horas si da curso a las demandas de HRW y avala la tesis del fiscal Ramiro González. En rigor, se trata de «determinar el estatus del príncipe» y si existen «procesos en trámite en el Reino de Arabia Saudita y la República de Yemen» contra el hombre al que la prensa internacional se refiere por sus siglas: MBS.

El arresto o detención de Bin Salman no tendría futuro por razones legales y materiales (de tiempo). El hijo del Rey Salman bin Abdulaziz se encuentra en visita oficial con inmunidad diplomática. Además, en caso de que Lijo diera curso a un exhorto, su tramitación y la respuesta, si fuera afirmativa, encontrarían al príncipe de vuelta en su país.

En otro contexto, esto es, en visita privada de recreo, las cosas podrían ser diferentes y la secuencia de hechos similar a la que precedió a la detención de Pinochet en Londres en 1998. Entonces, el dictador chileno, que ejercía de senador vitalicio, se encontraba en el Reino Unido para someterse a un intervención quirúrgica. Sin inmunidad, el exjuez Baltasar Garzón recurrió a aplicar la justicia universal que insta al poder judicial de cada país a intervenir y ordenó su arresto.

El actual escenario es de otro modo. El heredero del trono de Riad y a la sazón ministro de Defensa, viaja con «inmunidades especiales». La ministra de Defensa, Patricia Bullrich, en entrevista con ABC, explicó que su arresto «únicamente procedería si existiera una condena por delitos de lesa humanidad» pero, en cualquier caso, añadió, «la decisión sería competencia de la Justicia. No lo decidiría el Gobierno y al tratarse de un mandatario extranjero que viene a una reunión como el G-20, sería la Corte Suprema la que tendría que pronunciarse» en última instancia.

Dos meses de polémica
La organización HRW aprovechó la visita del príncipe a Argentina para interponer la denuncia por crímenes de guerra en Yemen y sumar a ésta las torturas seguidas de muerte del periodista Jamal Khashoggi. Este fue secuestrado el pasado 2 de octubre, en el interior del consulado de Arabia Saudí en Turquía, presuntamente por órdenes del príncipe. Columnista del Washington Post, terminó descuartizado y su cuerpo, troceado, disuelto en ácidos. El caso conmocionó al mundo y hasta el presidente Vladímir Putin, tiene previsto tratarlo, cara a cara con Bin Salman. Yuri Ushakov, asesor de política exterior del Kremlin, así lo confirmo en conferencia de prensa desde Moscú, informó Afp. «Por supuesto que hablarán de ése asunto», observó antes de aclarar que el objetivo principal de la reunión prevista entre ambos será, «desarrollar las relaciones» bilaterales de ambos países.