Quedada fascinante, momento peligroso

El mundo está muy peligroso como se plasma en la agenda de la Cumbre del G-20 en Buenos Aires, Argentina. Pero, parafraseando la maldición china, hay que reconocer que también interesante. No se recuerda un encuentro de los líderes de los veinte países más poderosos con más cuestiones candentes, graves y, cierto, también atractivas que tratar. Desde la guerra comercial a la guerra en Ucrania o los misiles nucleares otra vez sobre el tapete en Europa, hay media docena de cuestiones capaces de generar convulsiones y daños infinitos. Pero el mero hecho de la celebración de esta cumbre como gran quedada de los poderosos tiene su efecto corrector y balsámico.

Fascinante fue ver a Vladimir Putin en su caluroso y sonriente saludo, rebosante de simpatía, al Príncipe heredero saudí Mohamed Bin Salman, al que en Occidente querían convertir en paria de la cumbre. Putin no tiene los problemas de Donald Trump con la prensa libre, que puede decir verdades pero también ejercer de fábrica imparable de hipocresía. Como la que pretende que una supuesta orden de matar a un periodista en una dictadura deba suponer la ruptura con un aliado capital. Mientras se exige mansedumbre con líderes con muchos más periodistas y no periodistas sobre su conciencia. Al final todos saludarían al saudí. Eso sí, más discretamente que el ruso.

Trump firmó con Peña Nieto y con Trudeau el acuerdo de comercio trilateral que sucede al Nafta. Desmiente otra de las grandes mentiras de la propaganda anti Trump que anunciaba un caos y desastre con el fin del Nafta. Presente estaba Ucrania y la certeza de que Moscú debe saber que su ambición territorial tiene un precio cada vez mayor. Y como gran guinda del pastel de cuestiones acuciantes, la cumbre entre Trump y Xi Jing para un acuerdo comercial que acabe con el desequilibrio y evite la guerra comercial. Nadie se había atrevido desde su entrada en la OMC a hacer frente al ventajismo chino. Ahora habrá que buscar un nuevo acomodo. Dramáticamente empequeñecida queda Europa, Macron y Merkel, con Theresa May ya de facto fuera del equipo, apenas tienen vela en el entierro.