Pastor Andrés Martínez
1 Pedro 4:19 dice: «De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien».
La voluntad de Dios para nosotros es buena, agradable y perfecta; es una determinación, un designio, un propósito, es decir, cuando estamos siendo obedientes a Dios estamos cumpliendo los propósitos que él tiene para nuestras vidas.
El propósito de Dios en tu vida no es dormir, trabajar y tener hijos, hay cosas más profundas. Uno de los primeros propósitos que debemos entender es que somos hijos de Dios, tenemos la genética de Dios, y siendo así, tenemos la autoridad y el poder para vivir bien.
Hacer su voluntad debe ser lo más importante para nosotros como sus hijos. Cuando esto ocurre estamos deleitando a Dios; nos hizo para su deleite, para depender totalmente de el y nuestro trabajo es deleitarnos haciendo su voluntad, al hacerlo, entramos en una dimensión diferente donde Dios toma la responsabilidad de cuidar cada detalle que necesitemos. Pero cuando no estamos haciendo la voluntad de Dios sino la nuestra, él no tiene responsabilidad con nosotros.
Dice 1 Pedro 4:15-16 «Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno; pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello». Aquí nos habla de que podemos padecer por seguir y obedecer a Dios, y padecer por no obedecerlo. Así que mejor padezcamos siendo obedientes, porque cuando lo hacemos tenemos la seguridad de que Dios se encargará de lo nuestro.
¿Cómo lo aprendió Jesús? Vamos a Hebreos 5: 8: “Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia”. Pastor, ¿Y eso quiere decir que cuando padezco estoy aprendiendo la obediencia? Sí. Dice en Mateo 26: “Hágase tu voluntad”. Como hijos de Dios siempre tendremos conflictos para hacer la voluntad de Dios o la nuestra.
Hecho 13: 22 dice: «Quitado éste, les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo, He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero».
Esa debe ser nuestra meta, tener el corazón conforme al de Dios, así como David porque él hacía todo lo que el Señor quería, hacía su voluntad. Dios nos muestra su voluntad a través de la palabra, por eso debemos leerla y aplicarla. David falló, pero supo pedir perdón, para eso es la misericordia y la compasión de Dios. Cada uno de nosotros fallamos, por eso debemos presentarnos a pedir perdón ante Dios.
Es tiempo de definirnos y empezar a caminar como verdaderos hijos de Dios. Cuando empezamos a hacer su voluntad, todos los esquemas son cambiados, los caminos son abiertos, las puertas de bronce son desechas, porque él habla claro en su palabra cuando dice: Todo lo que pidas en mi nombre os será dado, esto es al que hace la voluntad del Padre.
La voluntad de Dios no es que vengas a sentarte en la iglesia todo el tiempo, es que recibas cada promesa y cada herencia, y que apliques cada palabra en tu vida. Cuando hacemos su voluntad estamos acercando el cielo a la tierra, traemos la eternidad de Dios hacia nosotros porque estamos entregando nuestra voluntad para que sea hecha su voluntad en la tierra como en el cielo, entonces comenzarás a prosperar, serás bendecido, se va la enfermedad, y es porque Dios toma responsabilidad de guardarte, cubrirte y bendecirte. Muchos en la iglesia creen que ser cristiano es venir a adorar a Dios, levantar las manos, sentarse en la primera fila, y están equivocados. Ser cristiano es obedecer a Dios.
Debes de hacer su voluntad completa, y la mejor manera es escudriñando la palabra, para saber quién es él, qué quiere, y hacia dónde te quiere llevar. Hoy día, la iglesia está más preocupada por lo que Dios le dé, que en conocer qué quiere él para sus vidas.
Cuando un matrimonio está en obediencia con Dios, hace una atmósfera celestial en su casa, en los hijos, en sus negocios, todo se mueve en esa atmósfera, porque hay una familia que está en obediencia. Nosotros estamos hechos para obedecer. En el principio, por la entrada del pecado, a través de Adán, perdimos todas nuestras bendiciones. Jesús vino a reconciliarnos a través de la redención y muerte de cruz, y nos levanta de nuevo, pero seguimos igual que antes de venir Jesús.
Los conceptos en nuestra mente son los que crean las dificultades que nos impiden obedecer a Dios, porque no han sido cambiados, no se han regenerado. A Dios le duele que no cambiemos nuestra mentalidad y que no nos interesemos en saber cuál es su voluntad para nuestras vidas. Por eso hay muchos cristianos acarreando problemas porque al no buscar, conocer y hacer la voluntad de Dios no están en el lugar correcto, ni en el tiempo correcto.
Dios puede hablarte para que conozcas su voluntad, para esto debes orar, pedirle y activarte. Si observas que Dios abrió una puerta, puedes entrar confiadamente, pero siempre estando en su obediencia. Si buscas puertas abiertas con trasfondos oscuros, esas puertas las está abriendo otro.
Dios se agrada cuando lo buscamos como hijos, él tiene sed de que le busquemos para agradarlo. Cuando obedecemos a Dios, él se encarga de todos tus detalles, él pelea nuestras batallas, y nos da la provisión. Dios siempre te va a probar tus finanzas, porque será una manera de probar tu corazón. Así lo expresa en su palabra.