Ante sesenta mil fieles reunidos para el rezo del Ángelus en la plaza de San Pedro, el Santo Padre comentó ayer con dolor que «desde hace bastantes días, cuarenta y nueve personas rescatadas en el Mediterráneo permanecen a bordo de dos barcos de oeneges buscando un puerto seguro». Con mucha fuerza, el Papa dirigió «un ferviente llamamiento a los líderes europeos para que demuestren solidaridad concreta hacia estas personas».
Su dolorida intervención a favor de esas personas que llevan dos semanas en barcos muy pequeños en condiciones muy precarias coincidía con la fiesta de los Reyes Magos. Comentando el ejemplo valiente de esos sabios, que emprendieron un largo camino por tierras desconocidas, el Papa Francisco propuso: «No dejemos que nuestros miedos nos cierren el corazón. Tengamos el coraje de abrirnos a la luz mansa y discreta de Jesús. Y sentiremos, como los Magos, una alegría grandísima».
Reconocimiento público
Las palabras de Francisco han recibido el aplauso de diversos partidos. «No soy creyente, pero doy gracias al Papa por sus palabras sobre el martirio de 49 inmigrantes», dijo Nicola Fratoianni, diputado del partido Izquierda Italiana. Pero incluso las palabras del Papa han dejado indiferente al titular de Interior. Salvini replicó con su habitual contundencia y descaro: «En Italia no entra ni un solo inmigrante».
Ante la delicada situación de los refugiados de las dos naves de las oeneges y las presiones que se hacen desde diversos sectores e instituciones, el primer ministro, Giuseppe Conte, y el vicepresidente Luigi Di Maio, pidieron a Salvini que al menos permitiera que fueran desembarcados los niños y las mujeres. Conte y Di Maio pretendían así que Italia diera una «lección de humanidad a toda Europa». Pero Matteo Salvini, hombre fuerte del Gobierno, ha vuelto a actuar una vez más como si él fuera el primer ministro, desafiando incluso a Conte y Di Maio. El líder de la Liga ha excluido toda posibilidad de acogida, ni siquiera de las mujeres y de los niños: «La Iglesia y el Movimiento 5 Estrellas que hablen lo que quieran, en materia de inmigración yo soy el que decide. Haced lo que queráis pero para quien no respeta las leyes los puertos italianos están cerrados y así seguirán».
Plan inviable
De todas formas en este caso aúnque Salvini hubiera cedido tampoco se hubiera resuelto esta grave crisis. El plan del primer ministro Conte y el vicepresidente Di Maio, que habían negociado con Bruselas, Malta, Alemania, Francia y Holanda, para acoger en Italia solo a las mujeres y niños, no contaba con el visto bueno de las dos oeneges que gestionan las dos naves porque no quisieron de ninguna manera separar a las familias.
La actitud extremista del ministro del Interior es definida por el fundador del diario «La Repubblica», Eugenio Scalfari, como «la tiranía de Salvini». Llama la atención la intransigencia absoluta del ministro del Interior, teniendo en cuenta que hoy en Italia no existe la enorme inquietud de épocas recientes, porque la inmigración se ha reducido drásticamente. En el pasado año entraron 22.000 inmigrantes en Italia, mientras que en España llegaron 56.000. Pero Salvini sigue empeñado desde hace meses en su ngativa a cualquier cambio de su política migratoria a sabiendas de los buenos réditos que le da en su carrera hacia las elecciones europeas de mayo próximo. Tanto en así que su partido Liga Norte, que obtuvo buenos resultados en las últimas elecciones, ha pasado a ser la primera formación del país en intención de voto, con un 34% según las encuestas.