TE INVITO A ENTRAR

Mateo 25:10-13.

Por: Héctor E. Contreras.

hector.contreras26@gmail.com

Existen diversos tipos de puertas y los que, de alguna forma u otra, a través del tiempo, han podido vivir, es posible haber visto la variedad de éstas. Puertas que se abren, otras que se cierran. La más difícil de estas, son las del ataúd, al ser sellado y por último, la del nicho o lugar donde se deposita la persona que ha fallecido. Lo que ahora escribo, puede que te cause algunas molestias, pero si te molesta, entonces Dios te está hablando, porque lo que trato es darte a conocer esta verdad. Para nadie es un secreto; son una realidad para todos los que ahora podemos o tenemos el privilegio de leer lo que Dios me permite escribir. Simplemente, es una advertencia de parte de Dios para tu vida; primero, para que abras la puerta de tu corazón y segundo, para que cierres las puertas que hoy te impiden tener una relación con Dios, e incluso, con tu propia familia. 

Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, Y alzaos vosotras, puertas eternas, Y entrará el Rey de gloria. ¿Quién es este Rey de gloria? Jehová el fuerte y valiente, Jehová el poderoso en batalla. Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, Y alzaos vosotras, puertas eternas, Y entrará el Rey de gloria. ¿Quién es este Rey de gloria? Jehová de los ejércitos, Él es el Rey de gloria”, Salmo 24:7-10. Por dos ocasiones, David escribe sobre: ¿Quién es este Rey de gloria? Las preguntas, aunque son las mismas, tienen dos respuestas. La primera respuesta es: Jehová el poderoso en batalla y la segunda: Jehová de los ejércitos, Él es el Rey de gloria. Se dice que este salmo era cantado en la adoración en el templo. La gente permanecía afuera y pedía que se abrieran las puertas del templo para permitir la entrada del Rey de gloria. Desde adentro, el sacerdote preguntaba: ¿Quién es el Rey de gloria? Y afuera, todo el pueblo, a una voz proclamaba con gran poder y fuerza: “Jehová el fuerte y valiente, Jehová el poderoso en batalla”. Las puertas del templo se abrían de par en par, simbolizando el deseo del pueblo de tener la presencia de Dios entre ellos. 

Te invito a que te unas a la multitud de gente que busca con anhelo la presencia de Dios, con el fín de recibir de Él todo lo que te lleve a una vida plena delante de Él. También, es posible, que debas hacer un esfuerzo y abrir tu propia puerta para Él. Ahora bien, David marca, en el verso 3 otras preguntas y son estas: ¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? La respuesta es sencilla y fácil de cumplir: “El limpio de manos y puro de corazón; El que no ha elevado su alma a cosas vanas, Ni jurado con engaño”. Al final de su respuesta dice: Él recibirá bendición de Jehová. 

De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador. Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es. A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca. Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz”, Juan 10:1-4. A menudo, las ovejas eran conducidas hasta el redil para protegerlas de los ladrones, del mal tiempo o de los animales salvajes. Los rediles eran cuevas, apriscos o áreas abiertas rodeadas de paredes construidas de piedras y ramas. Regularmente el pastor dormía dentro del redil para proteger a sus ovejas. El pastor cumplía la función de portero del redil, para así permitir la entrada solamente de las ovejas. Jesús es nuestra puerta a la salvación de Dios. Él te ofrece hoy acceso a la protección y a la seguridad. Te invito a entrar por la puerta que Dios te abre hoy por medio de Cristo Jesús. Aún hay tiempo, porque esta puerta es la puerta de la salvación para tu alma y para la vida eterna. 

En aquel día cantarán este cántico en tierra de Judá. Fuerte ciudad tenemos, salvación puso Dios por muro. Abrid las puertas, y entrará la gente justa, guardadora de verdades. Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado”, Isaías 26:1-3. Los redimidos por la sangre del Cordero alabarán a Dios cuando Cristo establezca su Reino en aquel día glorioso cuando Él regrese a este mundo. “Fuerte ciudad tenemos”, esto es una referencia a la ciudad de Jerusalén, la cual es un símbolo de la salvación del pueblo de Dios. Te invito, en el nombre de Jesús, a buscar la puerta que te llevará a encontrarte con Dios y entrar por ella. “Tú guardarás en completa paz”. 

Se expresa en hebreo como shalom, shalom, que de acuerdo con la costumbre hebrea de repetir las palabras para enfatizar algo. Tú guardarás…. a aquel: En todo lo que implica la palabra shalom: salud, bienestar, gozo, paz. Dios abre sus puertas para que puedas entrar con confianza por ellas, con la certeza de que sólo en Cristo podrás hallar la paz, el gozo, bienestar y por último, salud. 

 

Las puertas marcan el límite entre la vida y la muerte. Por esto, el autor de la carta a los hebreos nos dice:”Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta”, Hebreos 13:12. Nuestro Señor cargó la culpa de nuestros pecados, padeciendo fuera de las Puertas de Jerusalén, como símbolo de haber sido castigado por la culpa de todos nosotros. Recordemos que todos hemos nacido bajo pecado; nadie en absoluto, por más manso y piadoso que se pueda tildar, está libre de pecado. Romanos 3:23.

Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él”, Génesis 4:6-7. Según estos versos, las puertas también  son símbolo de entrada para el mal. Como creyentes en Jesucristo, debemos vivir vigilantes, porque es necesario que como a ciudades espirituales, nos convirtamos en centinelas en cada punto de acceso de nuestras vidas, para no dejar de mirar por ninguna parte nuestra ciudad, que no es más que nuestra propia vida a la luz de Dios. 

He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”, Apocalipsis 3:20. Toda persona, que quiera y desee tener una relación con Dios, debe disponerse a abrir su puerta para que Cristo pueda morar en su corazón, en su vida. De esta manera, podrá disfrutar del compañerismo del Señor. Jesucristo está llamando a la puerta de tu corazón cada vez que sientes que debes volver a Él. Cristo desea tener amistad contigo y quiere que abras por tí mismo cuando Él te llama y toca tu puerta. Cuando se toca una puerta, se hace con un propósito; el de Cristo es que quiere entrar a tu vida y para entrar a ella, la decisión final nace de tí.

Que la gracia de Dios este contigo y tu familia.  ¡Bendiciones.!

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