Warren, de 69 años, es la respuesta populista de la izquierda a Trump. En un vídeo en el que anuncia que ha formado un comité exploratorio, asegura: «Las clases medias americanas están siendo atacadas. Multimillonarios y grandes empresas decidieron que querían una parte más grande del pastel y reclutaron a políticos que les cortaran mayores pedazos».
La senadora ha dado así el pistoletazo de salida a una carrera a la que con toda probabilidad se sumarán el exvicepresidente Joe Biden; el multimillonario exalcalde de Nueva York M
ichael Bloomberg, y el diputado Beto O’Rourke, que perdió en las elecciones al Senado en Texas que tuvieron lugar el pasado 6 de noviembre.
Principal activo
Aunque es la primera, Warren no es ni mucho menos la candidata más fuerte. Es una figura muy divisiva por su beligerancia en el Capitolio. Un reciente sondeo de la Universidad de Quinnipiac mantiene que un 41% de los electores independientes tiene una mala imagen de ella, frente a un 24% que tiene una impresión favorable y podría votar por ella.
Su principal activo es que puede conectar con los demócratas de izquierda que en 2016 le dieron la espalda a Hillary Clinton. Warren defiende las mismas propuestas que Bernie Sanders, que hace tres años le disputó las primarias a Clinton: subida de impuestos, regulaciones más estrictas a las empresas y fortalecimiento de los sindicatos.
De hecho, uno de los mayores logros de la carrera de Warren fue proponerle a Barack Obama una Oficina de Protección Financiera del Consumidor, que desde su creación en 2011 ha regulado de forma muy estricta el mercado de las hipotecas, planes de pensiones y otras inversiones financieras. Entonces Warren era profesora de derecho en Harvard.
El talón de Aquiles de Warren es una prueba de ADN. En los años 80, cuando solicitó trabajo en Harvard, afirmó que tenía ancestros en los pueblos nativos americanos. Sus contrincantes en la campaña al Senado por Massachusetts en 2012 la acusaron de haber intentado beneficiarse de políticas de ayuda a la contratación de minorías raciales.
Pocahontas
Trump, que sabe identificar la debilidad de un oponente cuando la tiene delante, le ha otorgado a Warren el apodo de Pocahontas. Intentando sacudirse la polémica, Warren hizo pública en octubre una prueba de ADN que demostraba que entre sus ancestros hubo algún indio americano, aunque la gran mayoría de sus genes son europeos.
Prueba de las debilidades de Warren es que en una entrevista telefónica con el canal Fox News, el presidente dijo ayer: «Espero que gane. Me gustaría mucho que fuera mi contrincante». Preguntado por las posibilidades de la senadora de ser presidenta, Trump respondió: «Eso lo sabe mejor que nunca su psiquiatra». La batalla por 2020 ha comenzado.