La clave del éxito del heredero de la saga Lapid está en su ciudad, Tel Aviv, y su irrupción en la política estuvo basada en un programa en el que pedía el fin de privilegios para el medio millón de judíos ultraortodoxos que viven de las subvenciones del estado.
Yair fue ministro de Economía de Netanyahu entre 2013 y 2014, pero su relación con el primer ministro nunca fue buena. En 2019, su partido formó parte de la coalición Azul y Blanco encabezada por el exgeneral Benny Gantz, pero no dudó en abandonarla cuando Gantz aceptó pactar con Netanyahu y formar un gobierno rotatorio con el pretexto de hacer frente a la pandemia. Ese gobierno nunca funcionó. Lapid quedó entonces como voz principal de la oposición y esta ha sido su gran reclamo en las urnas: no pactar con un Netanyahu procesado por casos de corrupción.