Construir un lugar, Proverbios 3:1-6. Por: Héctor E. Contreras.

EL GRAN.

A los 42 años de edad, sufrí una enfermedad que afectó mis habilidades motoras. Caminaba con dificultad, mi cabeza se ladeaba hacia la derecha y un sinfín de otros problemas musculares me dejaron débil y adolorida. Durante cuatro años sentí miedo del futuro y oré pidiendo fuerza y sanidad. Encontré esperanza en Isaías 43:18-19, confiando en que Dios se estaba ocupando de mí. Tras años de vivir con temor, hice las paces con mi situación, sabiendo que Dios estaría conmigo aun si quedaba confinada a una silla de ruedas o algo peor. Me recomendaron un neurólogo experto que me diagnosticó una rara enfermedad genética que había robado gran parte de la dopamina de mi cuerpo–el químico necesario para un funcionamiento nervioso adecuado y del cerebro”, testimonio de la Sra. Tamar Piehler, Georgia, USA. Revista El Aposento Alto del 20 de agosto, 2017, página 52. ¿Cuántos, en algún momento nos hemos sentido como la Sra. Piehler? Dios tiene la respuestas para cada caso que se nos presente. Solo necesitamos confiar y esperar en Él

No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad”, Isaías 43:18-19. Con estos versos, citados por la Sra. Piehler, nuestro Dios trae a nuestra memoria las grandes cosas que hizo a favor de sus antepasados cuando los sacó de Egipto. El que tuvo poder para hacer tales cosas, ¿cómo no hará algo nuevo en favor de los que le han confesado como su Dios y Señor? Un camino en el desierto y ríos en la soledad. Sólo Dios puede realizar tales milagros, siempre en favor de los redimidos por la sangre del Cordero, su Hijo Jesucristo. Dios no solo promete libertad para los cautivos de su pueblo, sino también conducirlos a salvo a su propio país. Luego de abrirles un camino entre el desierto y convertir el mismo desierto en un oasis, verso 19, habrá tal abundancia de agua, que tanto los hombres como los animales silvestres podrán saciar su sed. 

Te invito a olvidar el pasado oscuro que tal vez te azota y te sientes con miedo como la señora del testimonio escrito anteriormente. Dios tiene para tí algo nuevo. ¡Búscale! Así podrás construir un lugar de refugio para tu vida.

En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado”, Juan 7:37-39. Se celebraba la Fiesta de los Tabernáculos y Jesús se encontraba en ella. Cada día tenía lugar una alegre celebración en la que los sacerdotes traían agua al templo en una vasija de oro, desde el estanque de Siloé. Durante la procesión, la gente recitaba Isaías 12:3, que dice: “Sacaréis con gozo aguas de las fuentes de la salvación”. El agua era derramada sobre el altar como una ofrenda a Dios, mientras la gente gritaba y cantaba. Jesús fue el cumplimiento de todo lo que aquella ceremonia tipificaba, según el siguiente verso: “Y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo”, I-Corintios 10:4

Todos aquellos a los que Jesús haya saciado la sed, se convertirán en canales para revitalización espiritual de otros. La figura de los ríos contrasta con la de “una fuente”, e ilustra la diferencia entre el nuevo nacimiento y la experiencia de la plenitud de una vida llena del Espíritu Santo. Es lo que declara el mismo autor de este libro, Juan, cuando nos dice: “Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; más el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”, Juan 4:13-14. Esto nos enseña que, en Él, en Jesús, nuestro Señor y Salvador, seremos una “fuente de agua viva”, esto es a manera de la gran ilustración sobre la regeneración que conduce a la vida eterna, según nuestra cita anterior, de Juan 7:37-39. El apóstol Juan interpreta las palabras de Jesús como una referencia al derramamiento del Espíritu Santo que todavía estaba por ocurrir. El Espíritu Santo existe desde toda la eternidad, pero aún no se había hecho presente en el sentido que indicaban aquellas palabras. Pronto la plenitud del Espíritu sería una bendición que todo el pueblo de Dios podría experimentar, según este verso: “Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís”, Hechos 2:33. ¿Has visto, o has oído la señal del Espíritu Santo? Inicia y construye tu lugar, hoy es el día.

Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo; porque aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad. El lugar seco se convertirá en estanque, y el sequedal en manaderos de aguas; en la morada de chacales, en su guarida, será lugar de cañas y juncos”, Isaías 35:6-7. Con la nueva primavera de la tierra desaparecerán los defectos de las personas y aún de la propia naturaleza. Con esta primavera, desaparecen los defectos que impiden a la gente disfrutar plenamente de la vida. Los ojos de los ciegos serán abiertos. En su ministerio terrenal, Jesús realizó todo tipo de milagros y los sanó y liberó por el poder que salía de Él. Mateo, Marcos y Juan, en sus evangelios declaran esta proclamación de Isaías. Cristo hizo estos milagros porque  Él era Dios. Lo más importante a destacar es, que las mayores maravillas aún son realizadas en el alma del ser humano. Por medio de la predicación de la Palabra de Dios y mediante el poder vivificador del Espíritu Santo, los que eran espiritualmente ciegos, fueron iluminados. Hechos 26:18, y los que eran sordos al llamado de Dios, fueron dispuestos a escuchar el mensaje del Evangelio. 

Hijo mío, no te olvides de mi ley, Y tu corazón guarde mis mandamientos; porque largura de días y años de vida Y paz te aumentarán. Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad; Átalas a tu cuello, Escríbelas en la tabla de tu corazón; Y hallarás gracia y buena opinión en los ojos de Dios y de los hombres. Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas”, Proverbios 3:1-6. La ley Torá, es el nombre judío del Pentateuco, cuyo significado literal es “enseñanza” y constituye el fundamento de la rectitud. La expresión “mi ley”, asumiendo que aún habla el padre, alude a los principios que rigen la vida familiar; cercanos a los principios de Dios, pero de aplicación más restringida. Átalas a tu cuello…escríbelas: La misericordia y la verdad son consideradas como algo muy valioso que no puede ser dejado atrás. Fíate: Apóyate en el Señor. Reconócelo: Esto sugiere estar totalmente consciente de la presencia de Dios en la vida del creyente. El conocer a Dios y su Palabra en nuestros corazones, se convierte en el tiempo en larga vida para el creyente que teme al Señor. Se convierte en la construcción del lugar perfecto para los que le siguen. Apóyate en Dios y reconstruye tu lugar perfecto, conforme a lo que tú dispongas en tu interior.

Fue lo acontecido con la Sra. Piehler, de nuestra introducción, que al final de su testimonio nos dice: “En el plazo de un año podía caminar, estar de pie y puedo moverme correctamente. Ahora dependo de tres dosis diarias de esta medicina, pero exalto al Señor por el cuerpo que me ha dado.Sin aquella debilidad jamás habría conocido lo profundo de la fortaleza, sabiduría y amor incondicional del Señor. Fue cuando dejé de intentar resolver el problema por mí misma que hice “lugar” para escuchar las respuestas de Dios a mi oración”. 

En su testimonio ella declara que toma tres medicamentos para tratar su enfermedad; en lo personal, después de mi intervención quirúrgica el 14 de noviembre/2022, diariamente tomo seis medicamentos para poder continuar manteniendo una salud estable. Yo digo, por ella y por mí: ¡Gloria a Dios

Hace varios años yo cantaba una alabanza de algunas de sus letras decían así: “Hay un lugar para todos, en la familia de Dios, mucho amor y felicidad, hay un lugar para ti”. Dios abre caminos, abre puertas, con el propósito de que logres encontrar el lugar donde tú puedas descansar por siempre. 

Que la gracia de Dios esté en cada vida. Es mi oración, es mi deseo para todos los que puedan leer este mensaje. ¡Bendiciones! Amados sel Señor.

   

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