El tiempo, ¿Qué es el tiempo?

Por el Pastor Héctor E. Contreras.

Eclesiastés 3:1-8.

Entiendo que se me hace necesario plasmar en este mensaje el siguiente salmo, porque este forma parte de lo que es también el tiempo: “Cuando Jehová hiciere volver la cautividad de Sion, Seremos como los que sueñan. Entonces nuestra boca se llenará de rina, Y nuestra lengua de alabanza; Entonces dirán entre las naciones: Grandes cosas ha hecho Jehová con éstos. Grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros; Estaremos alegres. Haz volver nuestra cautividad, oh Jehová, Como los arroyos del Neguev. Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán. Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; más volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas”, Salmo 126:1-6. Los últimos versos nos hablan de “Lágrimas, también sinónimo de   “Quebrantamientos”. Toda la Biblia nos enseña que, las lágrimas desempeñan un papel único en el crecimiento espiritual; pero también en todo lo concerniente al ser humano. El salmista destaca que, cuando se siembra con lágrimas, no sólo se recogerá una cosecha espiritual, sino que ello dejará un espíritu de regocijo en el sembrador. Existen lágrimas de pena o sufrimiento, II-Reyes 20:5; lágrimas de gozo, Génesis 33:4, de compasión, San Juan 11:35; también de desesperación, Ester 4:1, 3. Lágrimas de agonía o de parto, Isaías 42:14 y lágrimas de arrepentimiento, Joel 2:12-13. Salomón, en el inicio del capítulo tres, citado en el encabezamiento, lo inicia con las palabras “Todo tiene su tiempo”. ¿Cómo está tu tiempo actual, primero con Dios, luego con tu propia familia? ¿Cuál es tu relación de esposa/esposo, hijos e hijas? ¿Entiendes que todo está bien, bajo control? Después de nuestra relación con Dios, lo más importante para nosotros, en este tiempo, es dedicar tiempo para la familia. Muchas familias se deterioran por esta razón, EL TIEMPO, no hay tiempo para detenernos por unos breves minutos y compartir con lo más preciado que Dios nos ha dado: “NUESTRA FAMILIA”. Y como el detalle de estos 8 versos, existe un tiempo para todo; lo que pasa es que el hombre lo ha distorsionado todo. Veamos lo que dice más adelante el mismo autor: “No hay hombre que tenga potestad sobre el espíritu para retener el espíritu, ni potestad sobre el día de la muerte; y no valen armas en tal guerra, ni la impiedad librará al que la posee. 

Todo esto he visto, y he puesto mi corazón en todo lo que debajo del sol se hace; hay tiempo en que el hombre se enseñorea del hombre para mal suyo”, Eclesiastés 8:8-9. Estos dos versos encierran en sí mismos, que el ser humano no puede controlar o predecir, nada concerniente a la vida. 

Que el espíritu no abandone su cuerpo cuando le llegue el momento de partir de este mundo; posponer la muerte; evitar el servicio militar en tiempo de guerra; utilizar la impiedad para salvarse, porque esto equivale a caer en una trampa de la que no se puede salir; todo es inevitable para la raza humana. La Biblia dice: “Los que confían en sus bienes, Y de la muchedumbre de sus riquezas se jactan, Ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano, Ni dar a Dios su rescate (Porque la redención de su vida es de gran precio, Y no se logrará jamás)”, Salmo 49:6-8. En todos los tiempos, aun contando con la avanzada de la medicina moderna, cuando llega la hora de la partida, es decir, la muerte, ningún dinero puede impedirlo. La última palabra del verso 8, “jamás”, podríamos leerla así: “y las riquezas nunca bastan para alcanzarla”. 

En la parábola del rico necio, nuestro Señor y Salvador, Jesucristo, nos dejó una gran enseñanza. En Lucas 12:16-21, Jesús habla acerca de este hombre, que era muy rico; pero al mismo tiempo necio. ¿Qué haré?, pensaba él. En sus ideas planificó derribar sus graneros para edificar otros de mayor capacidad. También pensó en su interior y dijo lo siguiente: “Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate”. Y los versos 20-21 nos dicen: Pero Dios le dijo: “Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?” Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios. Esta parábola nos enseña y destaca los peligros del amor por las cosas materiales. Las posesiones pueden llegar, pero estas, ni dan vida ni ofrecen seguridad, porque la muerte nos separa de ellas. La suerte del rico necio se generaliza, atribuyéndose a todos los que están preocupados por sus posesiones. El hizo para sí tesoro y no era rico para con Dios. Todos nuestros bienes, debemos canalizarlos por la vía que lleva a la bendición y esta vía no es más que la guianza y dirección de nuestro Dios. Y lo mejor que puede hacer una persona acomodada, que posee tantos bienes que no sabe que hacer con ellos, es aprender a dar con gozo; sus bienes nunca se agotarán, porque si da y reparte, lo hace para el Señor y nunca para su deleite. 

El trabajo se nos acumula. Las exigencias del día a día se hacen más abundantes y pesadas. Detrás de cada una de ellas aparecen otras nuevas, sin que se alcance a ver el final. 

Pensamos en lo que conlleva ejercer una profesión, formar familia y velar por su bienestar, desempeñar funciones públicas o privadas, cumplir el deber de cada instante. Con frecuencia se hacen también presentes grandes tensiones, dificultades y resistencias. Todo ello exige a las personas muchos recursos materiales y energías que hay que poner en juego”, Romano Guardini, Sacerdote y pensador alemán. Según el detalle de estas palabras, todo se encierra en el tiempo que podamos disponer y saber administrarlo según lo dispuesto por nuestro Creador. 

Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son manos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor”, Efesios 5:15-17. Nuestra principal sabiduría puede ser la que más necesitamos para organizar nuestro tiempo, usar  sabiamente y no desperdiciarlo. Tener por seguro que tendremos que rendir cuenta de cómo hemos usado la dádiva, es decir, el regalo del tiempo que Dios nos ha concedido. Más adelante, el apóstol Pablo, en su carta a la Iglesia de Colosas, les dice: “Andad sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo”, Colosenses 4:5. Tiempo, “kairos”, tiempo oportuno, tiempo fijo, tiempo señalado, tiempo debido, tiempo definitivo, tiempo ocasional, tiempo apropiado para la acción. Kairos nos enseña la clase o calidad del tiempo, mientras que “cronos” denota extensión o cantidad de tiempo.  “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”, Romanos 12:2. “conforméis”, del griego “suschermatizo”, que es comparable a “esquema” y “esquemático”. Esto se refiere a conformarse uno a la moda exterior o a la apariencia, acomodándose a un modelo o diseño. No os conforméis a este siglo, “siglo”, entiendo que cada persona conoce el significado de lo que es un siglo; es también parte del tiempo, porque es el período que transcurre desde una fecha hasta la misma fecha del siglo siguiente. 

Y, cuando Pablo nos escribe “acerca de este siglo”, se refiere al mundo actual, un sistema sin Dios. En otras palabras, no debemos aceptar las normas de un tiempo cuyo dios es el diablo; debe ser todo lo contrario, vamos a transformarnos por medio de la renovación de nuestra mente, dedicada a los ideales del reino de Dios. ¡Bendito sea Dios

Todo tiene su tiempo, son las primeras palabras de nuestra cita central. Y en el mismo capítulo, el autor de este libro escribió: “Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin”, Eclesiastés 3:11. Cuando Dios creó al mundo, lo consideró muy bueno, Génesis 1:31. Como a Salomón, el autor de Eclesiastés no le fue posible cambiar el orden creado, lo mejor para el hombre y la mujer de este tiempo, es reconocer a su Creador y vivir el tiempo bajo su cobertura y dirección; es el mejor tiempo para nuestro existir.  

 

He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres. Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó”, Eclesiastés 3:14-15. Debo repetir, una vez más, parte de una canción que entiendo la mayoría conoce: “Ya lo pasado, pasado, no  me interesa”. El tiempo que nos resta, dediquemóslo  a una búsqueda con deseos ardientes en nuestros corazones de tener un encuentro personal con Dios.

Para finalizar, me permito escribir, para edificación de cada persona que ahora lee estas líneas, lo siguiente: “Doy todas mis posesiones por un momento más de tiempo”, Isabel I, 1663, momentos antes de morir. El tiempo es lo más valioso para las personas; por tanto, no malgastemos nuestro tiempo en lo que no edifica. Tu tiempo, nuestro tiempo, es lo más precioso que Dios nos ha dado.  

Mi oración final es la primera estrofa de un coro que he cantado muchas veces y es esta: “Ahora es tiempo de alabar a Dios, en la presencia del Consolador. Concéntrate en Él y empieza a cantar, su presencia con poder descenderá”. Bendiciones. 

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here