¿Conoces la Verdad?, entonces…..¡No te calles!, Daniel 3:12-18.

Por:  Héctor E. Contreras.

Si conocemos la verdad y la practicamos, ésta se convierte en estandarte de transformación en los demás. Cuando Jesús hablaba al pueblo, le preguntaron: ¿Tú quién eres? San Juan 8:25. Fue luego de esta pregunta que Él hizo una declaración que se ha hecho universal y fué la siguiente: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”, San Juan 8:31-32. “CONOCEREIS”, del griego “ginosko”, equivalente a “prognosis, gnómico, gnomon, gnóstico”. Se entiende por percibir, entender, reconocer, ganar conocimiento, darse cuenta, llegar a conocer. En otras palabras, es el conocimiento que tiene un principio, un desarrollo y un logro. Es el reconocimiento de la verdad por experiencia personal. Sobre este principio, el apóstol Santiago escribió: “Así hablad, y así haced, como los que habéis de ser juzgados por la ley de la libertad. Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio”, Santiago 2:12-13. ¿Conoces la verdad? Pues….entonces, ¡no te calles! Haz que los que te rodean conozcan acerca de esta VERDAD, que no es más que el mismo Jesucristoen el corazón de la gente.

Sadrac, Mesac y Abed-nego, habían sido acusados por los caldeos por no haber adorado una estatua levantada en el centro de la ciudad por el rey Nabucodonosor, donde todos debían ir y adorarla. Estos valerosos jóvenes, según el verso 12 citado más adelante, fueron acusados de irrespetar al rey. Esto irritó al rey y fueron mandados a buscar. Fueron instados por el rey, diciéndoles: “¿Estáis dispuestos para que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua que he hecho? Porque si no la adorareis, en la misma hora seréis echados en medio de un horno de fuego ardiendo; ¿y qué dios será aquel que os libre de mis manos?” ¿Cuál fué la respuesta de los jóvenes de Dios? “No es necesario que te respondamos sobre este asunto. 

He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado”, Daniel 3:12-18. ¡Cuanto valor, cuanto coraje! ¡Bendito sea Dios!  Vivir nuestra convicción de la fe que profesamos en tiempos de adversidad, así como en tiempos de prosperidad y paz, nos compromete   mucho más si  somos  inducidos o amenazados por lo que somos o profesamos.  Dios revierte estas  extraordinarias adversidades para manifestar su gloria y su poder. Daniel y sus amigos proveen el modelo de un testimonio de fe bajo la amenaza de tortura o de muerte. Aunque muy pocos creyentes tienen que pasar una prueba de esta naturaleza, como la de Sadrac, Mesac y Abed-nego, a aquellos que reciben esta oportunidad se les está ofreciendo el mayor de los honores en los anales celestiales. Cuando enfrentemos circunstancias peligrosas, volvámonos al Señor con confianza y nuestro testimonio de que el poder de Dios nos permite superar las dificultades,  que de otra forma serían insuperables.  El testimonio de estos tres jóvenes ante el rey, su firmeza y su fe en Dios, les motivó a decirles al rey lo que, con mucha seguridad en su Señor, por eso vuelvo a repetir sus palabras: “No es necesario que te respondamos sobre este asunto. He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado”, Daniel 3:16-18, y por no obedecer fueron enviados al horno de fuego. 

Las personas sin temor a Dios, se creen superiores a todos los demás, mucho más, cuando ostentan cargos de mando, que creen tenerlo todo bajo su dominio y autoridad. Fue el caso del rey Nabucodonosor frente a los siervos de Dios. Su arrogancia era despampanante, su poder, infinito, porque su reino se extendía mucho más allá de Babilonia. Este rey, dice la Biblia, se espantó, levantándose apresuradamente, Daniel 3:24. Más adelante, en el verso 26 del capítulo 3, encontramos al rey que dice las siguientes palabras: “Siervos del Dios Altísimo, salid y venid”. El testimonio, la firmeza y la convicción de que Dios les libraría de aquella gran prueba, verdaderamente de fuego, llevó a este hombre, al rey Nabucodonosor, a confesar con sus propios labios la grandeza del Dios a quien ellos servían y habían creído. Los “SIERVOS DEL DIOS ALTISIMO” habían sido librados del fuego. ¡Bendito sea el Señor!

El verso 27 detalla la reunión del rey con todo su séquito, donde se declara que ni aun el cabello de aquellos muchachos había sido tocado, tampoco olían a humo.  Después de todo lo acontecido, veamos las palabras del rey Nabucodonosor: “Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él, y que no cumplieron el edicto del rey, y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios”, Daniel 3:28. Luego  de todos estos acontecimientos en el reino babilónico de Nabucodonosor, veamos sus propias palabras: “Por tanto, decreto que todo pueblo, nación o lengua que dijere blasfemia contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, sea descuartizado, y su casa convertida en muladar; por cuanto no hay dios que pueda librar como éste”, Daniel 3:29. Nabucodonosor reconoció que la salvación de los hebreos había sido obra de Dios y otorga su favor a los tres jóvenes. Este es un maravilloso ejemplo vivo de cómo las bendiciones de Dios propician el favor a los hombres y mujeres que mantienen firmes su fe en Él. ¡Alabado sea el Señor!

El apóstol Juan, en su evangelio escribió acerca de Juan el Bautista, lo siguiente: “Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz. No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz”, San Juan 1:6-8. Tanto tú como yo, podemos ser parte de ese testimonio vivo en favor de los que andan en oscuridad. “No era él la luz”, resalta el autor, sino para que diese testimonio de la luz. Seamos un Sadrac- un Mesac o un Abed-nego; o por  igual, un Juan el Bautista. Hagamos que la luz de Cristo no brille solo en nuestros corazones, en nuestras acciones, sino que llegue mucho más allá de nuestra propias vidas. Por esto, el mismo autor del evangelio de Juan escribe: “Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo”, San Juan 1:9. Todo el evangelio de Juan manifiesta varios testimonios sobre Jesucristo, mostrando que la fe está basada en la evidencia. El testimonio de Juan el Bautista, así como otras evidencias, hace inexcusable el rechazo de Jesús por parte del mundo. La frase “venía a este mundo” del verso 9, se refiere a Cristo Jesús, no a todo hombre. Con su venida, Él se ha convertido en LA LUZ VERDADERA.

 Para las personas que creen; además, Él también es esa LUZ que, en sentido general, alumbra la conciencia humana y hace que de esa manera responsable a toda la humanidad ante Dios. Esto lo reafirmamos con los siguientes versos: “Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusas”, Romanos 1:19-20. “CLARAMENTE VISIBLES”: Al observar el mundo creado, toda persona puede encontrar abundante evidencia de la existencia y el poder de Dios. 

Cuando Micaías fue llamado como profeta estando frente a Acab y sus propios profetas, los cuales le decían lo que él, como rey quería escuchar. Sus profetas habían recibido un espíritu de mentira, por tanto, nunca Acab, por boca de ellos conocería la verdad de Dios, I-Reyes 22:17-22. Micaías fue golpeado en su mejilla, porque no era aceptado por el rey lo que él proclamaba de parte de Dios, verso 24. Después de ser golpeado, el profeta de Dios dijo las siguientes palabras: “He aquí tú lo verás en aquel día, cuando te irás metiendo de aposento en aposento para esconderte”. Más tarde, el rey ordenó que fuera encarcelado y alimentado con pan de angustia y con agua de aflicción, hasta que él volviera en paz. Entonces Micaías volvió a decir: “Si llegas a volver en paz, Jehová no ha hablado por mí”, I-Reyes 22:27-28. Si conoces a Dios, si conoces la verdad, entonces …¿Por qué callas? Micaías conocía a su Dios, tú conoces al Señor, sabes de lo que es capaz en cuanto a defenderte se refiere. Micaías no tuvo temor de responder al rey, Sadrac, Mesac y Abed-nego, nunca dejaron de creer en el poder que todo lo puede, que todo lo transforma, siempre con el mismo propósito; el poder de Dios. Cuando Acab y Josafat, el primero rey de Israel y el segundo de Judá, entraron en batalla contra Asiria, Acab   cambió de vestidura con el propósito de confundir al enemigo; sin embargo, podemos ver que la Palabra de Dios siempre se cumple cuando hablamos la verdad. Dice la Biblia lo siguiente: “Un hombre disparó su arco a la ventura e hirió al rey de Israel por entre las junturas de la armadura, por lo que él dijo a su cochero: Da la vuelta, y sácame del campo, pues estoy herido”, I-Reyes 22:34

El rey murió en su propio carro y su sangre corría por el fondo del mismo, dice el verso 35. Cuando los sirios se dieron cuenta de su muerte gritaron: ¡Cada uno a su ciudad, y cada cual a su tierra!, verso 36. Todo cuanto había profetizado Micaías anteriormente, se cumplió, I-Reyes 21:19 y 22:28. ¿Conoces la verdad? No temas a lo que pueda hacerte el hombre por lo que tú crees. Cumple con Dios, cumple con tus principios que has tenido desde tu niñez, cuando compartías en la mesa con tus padres, los cuales te inculcaron los valores de la honestidad, de la verdad, de la fe, de la fidelidad e integridad. Primeramente a Dios, luego contigo mismo,  entonces podrás ser un ente de bendición para todos los que a tí se acerquen. Mesac, Sadrac y Abed-nego, fueron fieles a su Dios. Su actitud llevó al rey a confesar con sus propios labios y dijo: “bendito sea el Dios de ellos”. Babilonia jamás volvería a ser lo que antes fue a partir de aquel histórico acontecimiento. Tu testimonio puede cambiar a otros. ¡No te calles!

Concluyendo este mensaje, dejo el siguiente pensamiento, el cual espero sea de bendición para cada persona: “Cualquiera que sea el trabajo de tu vida, hazlo bien. Un hombre, una mujer, debe hacer su trabajo tan bien que, los vivos, los muertos y los no nacidos, no podrán hacerlo mejor”, Martin Luther King. Esta verdad de este gran hombre de Dios, va de la mano con el mensaje que has terminado de leer. Tu verdad aumentará en la medida que sepas valorar la “VERDAD” que vive en tí. Por lo demás, amado@, ¿Conoces la VERDAD?, entonces…¡No te calles! Dios está por tí, hoy y siempre. 

Que la gracia de Dios el Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, esté en cada vida.

 

 

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